Si hay algo que me gusta de La Odisea, es que te pone en tu sitio. Poema épico griego. Veinticuatro cantos. Veintiocho siglos. Dos mil ochocientos años. ¿Te crees más listo que Ulises? Ojo. Le llevas dos mil ochocientos años de ventaja. Pero, admitámoslo, nadie tiene más calle que Odiseo.
Uno abre ese libro y se da cuenta de que ya está todo allí. Absolutamente todo: La familia, el hogar, la aventura, la fidelidad y la traición, la venganza, la reputación, la valentía, el honor, la fe, la tentación, el autocontrol, el liderazgo, la humildad, la hospitalidad…
Pide que el camino sea largo, es una de las conclusiones que saca Kavafis de La Odisea. La duración extensa de la vida como algo objetivamente bueno y deseable. Hasta ahí bien. Todos de acuerdo. Pero a verso seguido, el poeta especifica el para qué de esa vida longeva: lleno de aventuras, lleno de experiencias.
La vida es para vivirla, teniendo presente que hay una diferencia notable entre vivir y existir. No te obsesiones con tus objetivos y metas. La victoria está en disfrutar lo que tienes delate de ti y en aprender a superar las dificultades. Mientras superas el oleaje del mar y luchas contra los cantos de las sirenas, te vas construyendo una vida, no una mera existencia.
Un premio
Hasta el 31 de octubre puedes presentar tu poemario al Octavo Premio de Poesía Joven Tino Barriuso. ¿Cómo de joven es la poesía joven? Muy joven para los que ya peinamos canas. Te podrás presentar si has nacido después del 26 de mayo del año 2.000 y así poder optar al premio de 2.500 € y publicar tu obra con Editorial Hiperión.
Un listado para un mundo bello
Sí, confieso. He leído Dónde estás, mundo bello. Es más, me envido a mí mismo y redoblo la confesión: también he leído Gente normal. Y por si esto no fuera suficiente, no negaré haber visto la serie basada en la novela Conversaciones entre amigos. Me queda tan sólo un peldaño, el último trecho para escalar la cumbre: Intermezzo.
Leer a Sally Rooney es un bálsamo contra la vulgaridad del día a día. Es un viaje de vuelta a la juventud, una clase magistral para entender un tiempo que cada vez es menos el mío, y una gafas que me enseñan a mirar el mundo desde la feminidad.
Pero esta mini sección no tenía como objetivo convertirse en confesionario, más bien pretendía ser un botiquín de primeros auxilios si como yo, te sueles hacer a menudo esta pregunta: ¿Dónde estás, mundo bello?
Aquí te dejo una lista de X en la que voy recopilando a todas esas mujeres y hombres que se esfuerzan en hacer de este un mundo más bello, a fuerza de escribir versos.
Encima de mi mesa
No he podido resistirme y acudí a La casa del libro a comprar Venir desde tan lejos, el último poemario de Eloy Sánchez Rosillo (que ademas, amenaza con ser posiblemente lo último que escriba en poesía).
Abro el libro y me encuentro con este hermoso poema titulado: Edad.
AUNQUE el invierno avance por tus años y pretenda ser huésped de tu casa y tus huesos, no te rindas al frío, ignóralo. ¿Es acaso diciembre? No es verdad, no es verdad. Piensa en un día de marzo, y en la rosa temprana que al entreabrirse teme y titubea y no sabe muy bien si atreverse a existir. Zumba la abeja —¿la oyes?—; hoy mismo ha regresado a sus asuntos. Entra ya en ese día, no te resignes a esperar que sea. Míralo y hazlo tuyo (qué limpia esa mañana desde esta lenta tarde que va a menos). Verás la hierba verde brotar de entre las grietas oscuras y torcidas de la edad. Y sabrás que estás vivo.
Una curiosidad
Leo en El País, una breve entrevista al compositor japonés, Toshio Hosokawa, Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Música y Ópera. Reproduzco el final de la misma porque creo que te va a gustar:
Claro, porque en Occidente la concepción del tiempo es horizontal. Se puede observar en la música de Bach o Bruckner, con esas construcciones lineales y arquitectónicas del sonido que permiten ver el más allá. Pero en Oriente tenemos una concepción vertical, el sonido forma parte de un bucle infinito en el que no vemos el más allá. A los japoneses, nos gusta mucho la floración de los cerezos, pero el momento más
bello no es el apogeo de la floración, como sería para los occidenales, sino cuando las flores empiezan a marchitarse y los pétalos caen de las ramas de los árboles. En la estética oriental no nos interesa el más allá, sino profundizar en la belleza del momento.
Por cierto, los japoneses tienen una palabra para referirse al acto de observar la belleza de las flores: Hanami.
Un consejo
Hemos empezado esta newsletter cantando a la vida, a la aventura, al riesgo. Pero para despedirme, recurro al poemario de Matías Miguel Clemente publicado en La Bella Varsovia: Una arena tan sensible.
No vayas rompiendo el hielo a ciegas, dice. Hay que asumir riesgos, pero bien calculados. No seas un temerario. Déjate ayudar. Hasta una diosa puede tener un día malo.
Procura que tu viaje sea largo, sí, muy largo y lejano, pero deja que te ayuden el gavión y la ventisca a fondear en aguas apacibles, y no ir rompiendo el hielo a ciegas porque no siempre dará Palas con tu nave.
(Una arena tan sensible, 2024)
Sigamos pelando.
Pedro.