¿Cuántos libros son suficientes?
Cuando vivía en casa de mis padres -hasta ayer como quien dice- los libros iban ganando espacio a la casa como si fueran moho en las paredes de una vieja casa irlandesa. Una vez que me mudé, tuve que dejar casi todos los libros en cajas ¿15? ¿20? Y eso después de hacer un par de expurgos. En fin, que tengo cierta facilidad para acumular libros.
Ahora que tengo un espacio muy limitado me pregunto ¿Cuántos libros son suficientes? Y obviamente, no hay una respuesta adecuada para ello. Algunos os preguntaréis si me los he leído todos. La respuesta es clara y contundente. No. Pero tampoco aspiraba a ello. Formar una biblioteca personal te da la oportunidad de picotear capítulos o páginas de temas a modo de consulta, o por el simple placer de meterle mano a algún autor o a alguna temática. O incluso prestarle el libro a una persona que sabes que le hará algún bien.
También me ha pasado mucho el haber comprado un libro, y haberlo dejado olvidado en un estante, y ocho o doce años después, convertirse en un libro necesario o revelador. Un ejemplar que había estado dormido y al que le había llegado su momento. Esto sucede muy poco, pero cuando pasa, es una sensación muy especial (y sólo puede ocurrir si tienes una amplia biblioteca personal).
Ahora, debido al espacio limitado del que me he ido quejando desoladamente desde el primer párrafo, estoy probando a cambiar mi enfoque. De una amplia biblioteca voy a intentar pasar a una biblioteca minimalista. Es decir, todos y cada uno de los libros que conserve estarán ahí porque tenga un interés directo con cada uno de ellos en el momento actual, y serán susceptibles de ser releídos. Esto es importante porque tengo muchos libros cuyo placer fue el descubrirlos por primera vez, pero una vez leídos, sé que no voy a volver a meterles mano.
Otro requisito para mantenerse en esta nueva biblioteca es que tiene que ser un libro manido, cuyo contenido tenga trabajado e interiorizado, a través de múltiples lecturas, subrayado, anotaciones, y memorización de las ideas que más me aporten.
En fin, que no hay queja, sino oportunidad. O como dice la sabiduría popular: no hay mal que por bien no venga. Y una biblioteca minimalista quizá es más apropiada para una edad adulta, donde reina la madurez. La vida es elección y elegir es básicamente rechazar opciones. Cerrar puertas. Eliminar caminos.
Además es una forma de primar la calidad sobre la cantidad. Tener un conocimiento detallado y profundo de tu inventario, como si fueran herramientas con las que trabajar tu mente.
Eso sí, cuando vuelva a mudarme dentro de unos años, buscaré una vivienda con grandes espacios para colocar estanterías gigantescas de suelo a techo, y las llenaré ávidamente con todos los libros que vaya encontrando a mi paso.
Porque está bien y es bueno que uno pueda engañarse durante un tiempo, pero no toda la vida.
Gracias por leer PELEANDO A LA CONTRA.
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