De librerías y libreros
Ya casi hemos terminado el puente de Semana Santa y no he hecho ni la mitad de cosas que había pensado hacer. Me sorprende todavía la capacidad que me queda, después de cuarenta años, de seguir engañándome a mí mismo. Imagina, que algo queda.
Sí que he hecho las cosas más importantes que caían más en el terreno de la realidad, o como se dice en coaching, en el “voy a hacer” más que en el “quiero hacer”. Por ejemplo, ir a Madrid de librerías.
Vivo en Alcobendas, así que lo de “ir a Madrid” es equivalente a meterme dentro de la M30. Al final, agobiado por el tráfico al que ya no estoy acostumbrado, y tener que dar mil vueltas para poder aparcar, conseguí visitar tan sólo dos librerías que llevaba mucho tiempo queriendo visitar.
La primera es Hiperión, la librería de la editorial con el mismo nombre. Está especializada (obviamente) en poesía y a parte de los títulos que publica, hay muchísimos libros de viejo. Está en Salustiano Olózaga, 14, justo al lado de la Puerta de Alcalá y la Casa de América.
Entre las muchas peculiaridades que tiene, destaco que es de 1975 y su horario comercial. Abre de lunes a viernes de 10.00 a 18.00 y los viernes de 10.00 a 13.00. Fines de semana, cerrado. Al principio me enfadaba bastante este horario, ya que hace incompatible su visita a los que tenemos un horario laboral de oficina. Después de visitar la librería, lo veo más como un cachito de Europa dentro de esta piel de toro.
Y es que Hiperión me recordó mucho a las librerías de viejo que pude disfrutar en el sur de Inglaterra. Muchos y buenos títulos, mejores precios, y siempre regentadas por gente que amaba su oficio y sabía lo que vendía. Fue comentarle un par de nombres y sacar los poemarios correspondientes. Sin dudar y sin buscar. A tiro hecho.
De allí me llevé tres libros, dos poemarios y un libro epistolar. Me hubiera llevado más, pero no quiero dar rienda suelta a mi tsundoku. Además, es una excusa estupenda para volver en julio -si es que no se suman ellos también al horario intensivo de verano-.
Después estuve en una librería sin tanto encanto, totalmente comercial, pero que tenía muchas ganas de conocer. Se trata de la librería de la calle de O´donnell, 55, que pertenece a la cadena Re-Read. Es una librería de viejo donde un libro cuesta 3 € y a partir de 5 libros, bajan el precio a 2 € cada uno. Hace años hubiera salido con cinco o diez libros de allí, pero madurar te enseña a ir cogiendo sólo lo que necesitas. Como escribió Antonio Machado en aquellos famosos versos:
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Ahora esto se ha puesto de moda y lo llaman minimalismo. Volviendo al tema, la librería estaba repleta de gente joven (aforo completo) y me tocó esperar 10 largos minutos, más largos si cabe después de dejar el coche en un vado que volvía a estar activo en 20 minutos. Así que la visita fue especialmente rápida.
Recuerdo aquellos años en que me abrían la biblioteca del colegio sólo para mí a la hora de comer -cosa que siempre agradecí y disfruté como un gran lujo- o la biblioteca de la obra social de Caja Madrid que tenía al lado de casa, a la que acudía todas las tardes con la misma ilusión que se acude a una tienda de chuches. Podría escribir mucho sobre esas dos bibliotecas porque pasé infinito tiempo en ellas. Quizá otro día, por no aburrir demasiado.
La cuestión es que uno tiene ya sus horas de profesión revisando estantes, y aquellos estaban esquilmados por la pesca de arrastre de grupos de jóvenes sedientos de lecturas y escaso presupuesto. Tuve esa sensación de notar que por ahí había pasado ya mucha gente con criterio. Aún así, tuve suerte y encontré tres libros que ahora están esperando su turno.
Si te entra mucha curiosidad, puedes hacer clic aquí para ver las portadas de los libros que terminé llevándome a casa.
La verdad es que en Madrid tenemos la suerte de tener muchas y muy buenas librerías, donde además de tener libros comerciales o novedades editoriales, poseen fondo de armario. Y además te pueden asesorar y recomendar como a día de hoy es totalmente imposible que lo haga un algoritmo.
Hace unos días leí que en Santander, la librería Estvdio de la calle Burgos echaba la persiana. Así que vivas donde vivas, acuérdate ahora más que nunca de tus librerías favoritas a la hora de hacer tus compras. Y en lugar de hacer un clic, date un paseo y disfruta de la experiencia impagable de buscar entre estantes y charlar con los libreros. Quizá llegue el momento en que queriendo, ya no podamos hacerlo.
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