EN HORAS DE INSOMNIO
Me voy de aquí, no quiero más oírme;
de mi voz toda voz suéname a eco,
y a falta así de confesor, si peco,
se me escapa el poder arrepentirme.
No hallo fuera de mí en que me afirme
nada de humano y me resultó hueco
si esta cárcel por otra al final no trueco
en mi vacío acabaré de hundirme.
Oh triste soledad, la del engaño
de creerse en humana compañía
moviéndose entre espejos, ermitaño.
He ido muriendo hasta llegar el día
en que espejo de espejos, soyme extraño
a mí mismo y descubro no vivía.
(En horas de insomnio, de Miguel de Unamuno. 1925.)