Ya está la mesa llena de libros una vez más. Algunos de ellos, poemarios que espero contaros por aquí en cuanto pueda organizarme un poco. Por aquello de no subir tan sólo poemas.
Tengo ya leído un fantástico libro de la poeta rumana Svetlana Cârstean titulado Soy otra (Visor, 2023), y del que tengo muchas ganas de hablaros.
También El sueño cumplido, de Eloy Sánchez Rosillo (Tusquets, 2023), que empecé a leerlo en digital y terminé comprándomelo en papel porque quería realizar algunas anotaciones –especialmente de la parte de entrevistas que contiene el libro–.
Leído y pendiente de relectura está también otro de Carlos Marzal, con el que ganó el XVI Premio Internacional de Poesía de la Fundación Loewe: Fuera de mí (Visor, 2004).
Empezado nada más, pendiente casi todo el poemario, está muy atascado una recomendación que necesita una lectura muy reposada. Pensando mientras escribo estas líneas, creo que lo depositaré en la estantería hasta el puente de diciembre para darle el esfuerzo que se merece. Se trata de Elegías de Duino, de Rainer María Rilke. Una edición bilingüe muy cuidada, con traducción de Juan Barja (Abada Editores, 2022).
A modo de picoteo luce también una cuarta edición de Las cien mejores poesías de la lengua en castellano, de Luis Alberto de Cuenca, escrito originariamente en 2017 (Editorial Renacimiento, 2022).
Los que sois los más reincidentes de esta newsletter sabréis que encargué hace unos días la edición facsímil que Ediciones Rialp publicó del Premio Adonáis de 1947. Ni más ni menos que Alegría, de José Hierro (Ediciones Rialp, 2021) ¡Qué libro más hermoso!
Tengo algún otro más encima de la mesa y en digital (suelo utilizar Nextory para leer poesía ya que tiene bastantes poemarios interesantes). Por ejemplo, Sinfonía Corporal, de Fernando Aramburu (Tusquets, 2023) del que he escrito en La mirada norte.
En fin, mucha tela para enseñar por aquí estas próximas semanas, y esperando con ganas el libro póstumo de poemas de Antonio Gala, Poemas de lo irremediable (que creo que está ya a la venta).
Pero hoy, recurrimos de nuevo a José Hierro y a su Alegría, para rescatar este poema lleno de nostalgia, de realismo, y de vida titulado Luz de tarde.
Luz de tarde
Me da pena pensar que algún dia querré ver de
nuevo este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pue-
da volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen
alegres
la apariencia tranquila del aire,
esas olas que mojan mis pies de crujiente her-
mosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz
de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas ma-
nos
cuando ya no esperaban que un beso de amor
las rozase...
Me da pena mirar estas cosas, querer estas
cosas, guardar estas cosas.
Me da pena soñarme volviendo a buscarlas,
volviendo a buscarme,
poblando otra tarde como esta de ramas que
guarde en mi alma,
aprendiendo en mí mismo que un sueño no
puede volver otra vez a soñarse.
(Alegría, de José Hierro. 1947)