Sayoonara, enero.
Nos ha costado un poco al final, pero lo hemos conseguido. Hemos terminado con enero antes de que enero terminara con nosotros. No todos pueden decir lo mismo. Una victoria es una victoria, y esta es nuestra.
Antes de lanzar las campanas al vuelo, recuerda esto: Seguimos vivos, pero sólo para seguir luchando. “Hay cosas que podemos tener, pero no mantener”. Así que no nos despistemos.
Ahora nos vamos a ver las caras con febrero. No lo sabe, pero le llevamos ventaja. Hemos hecho el calentamiento previo mientras él, como siempre, llega frío y con dos o tres días menos. Pero no nos despistemos.
Miremos al oeste. El hermano portugués agoniza. La hermosa estrella lusa colapsa tornándose ahora en el agujero negro de Europa. Unos 300 fallecidos cada día. “¿A quién le importa si se apaga una luz más, en un cielo de un millón de estrellas?” A mí, sí.
Nos venden esperanza en forma de viales. Pero no nos despistemos. Compremos sólo el coraje para luchar cada día como si fuera el último.
Escribí un poema titulado “Luz” en el que intuí la siguiente paradoja: Somos una pequeña luz en la profundidad de las tinieblas que sólo pueden ver los demás.
Por esta razón creo que nuestra obligación es brillar, aunque sigamos ciegos. Christopher McCandles también lo intuyó antes de morir, y lo dejó escrito en su diario: “La felicidad sólo es real cuando es compartida”.
Así que, no nos despistemos, y sigamos brillando.