Sobre la amistad
Quien tiene un amigo, tiene un tesoro es una película italiana de 1981 que sospecho que la mayoría de nosotros hemos visto decenas de veces gracias a los VHS y a los videoclubs que inundaban los barrios en los 80. Bud Spencer y Terence Hill, repartiendo mamporros americanos en otra de sus muchas comedias con moraleja ética.
Peleando a la contra, sólo tiene una promesa. Escribir cartas (casi) semanales sobre lo que tengo en ese momento en la cabeza. Así que esta semana, toca hablar un poco sobre la amistad.
Decía Aristóteles que para vivir bien, era necesario cultivar la amistad. Es más, de todas las virtudes que destaca en su Ética a Nicómaco, destacaba la de la amistad como la más necesaria para la vida del hombre. ¿Por qué? Porque por muchas riquezas y muchos bienes materiales que uno posea, si no se tiene amigos, se carece de todo.
A Aristóteles este tema le pareció lo suficientemente importante como para dedicarle los libros VIII y IX en su compendio de ética. Incluso llegó ha establecer una tipología de clases de amistad.
Una primera, basada en el interés y en la utilidad. Nos ha pasado más de una vez que tenemos relaciones de amistad con personas de las que obtenemos (ambos) un beneficio directo al mantener una relación personal. Os suena ¿verdad?
La segunda, está basada en el placer. Son esas relaciones que mantenemos porque hay un apreciamiento mutuo en los conocimientos, en las historias, en la forma de ser o ver la vida, que tiene la otra persona. Son esas amistades donde nos lo pasamos muy bien con la otra persona. Donde obtenemos un disfrute directo.
La tercer forma de amistad, es en la que ambas personas se admiran, pero sobre todo, se animan a ser mejores. Es la fórmula de: “Mi amigo es mi otro yo”.
Aristóteles decía que las dos primeras no suelen perdurar mucho tiempo, ya que duran tanto como dure la utilidad o el placer (recordemos que nuestras necesidades y placeres cambian según las circunstancias y a lo largo del tiempo). En ocasiones este tipo de amistad termina de forma desagradable, fruto de basar la relación en la búsqueda del propio placer o el propio interés. Son amistades imperfectas.
Sin embargo, la tercera forma de amistad, a la que llamó amistad perfecta, se basa en la bondad, que es una cualidad que persistente en el tiempo y es independiente de las circunstancias. Por esto la amistad tiende a ser duradera, y además, abarca a las otras dos anteriores, ya que se obtiene utilidad y disfrute de forma recíproca.
El sabio de Estagira, el tutor del joven Alejandro Magno, tiene un último consejo para nosotros a cerca de este tema: es preferible tener pocos amigos muy cercanos y fieles - y dedicarse a ellos-, que muchos con los que tengamos un lazo muy superficial.