Somos pájaros enjaulados
Hoy empiezo a escribir la carta antes de buscar un título para la misma. No tengo ni idea de qué voy a contarte, la verdad. Sólo sé que se nos ha escapado febrero, y que aunque a las siete de la mañana de un domingo sea todavía de noche, el ruido de mi teclado compite con el canto de los pájaros.
Me pregunto si serán pájaros enjaulados. No sé qué más me dará, ni cómo ello puede afectar a mi vida, pero siempre que les escucho desde mi habitación me pregunto si cantarán desde la jaula.
He de confesar que a ratos paro de golpear el teclado sólo para escucharles y prestarles mi atención.
Estoy muy contento porque me han ofrecido colaborar con La Mirada, una revista local de la zona norte de Madrid que además tiene un nombre precioso. Ideal para escribir todos los meses sobre poesía en su edición de papel y digital.
Me encanta cruzarme entre sus páginas con buenos amigos, e incluso con vecinos con los que me cruzo también en las calles de mi ciudad. Es una experiencia muy especial.
Para romper el hielo, he recurrido a “Esta momentánea eternidad” de la poeta Raquel Lanseros. El libro es un compendio de su obra poética hasta la fecha, porque ya tiene un poemario posterior: “Matria”.
En fin, que estoy muy ilusionado, incluso aunque haya metido la pata y me haya dejado un error estilístico sin corregir en el artículo. Cosas de novatos. Si os pica la curiosidad, podéis leerlo aquí.
Estas semanas se están empezando a poner duras. Queda algo más de cuatro meses para terminar el master en ESIC y empezamos ya a tener que entregar cada semana un caso práctico en grupo, además de tener que avanzar con el proyecto final, reunirnos en equipo y avanzar todas las tardes/noches, la asistencia a las clases los viernes y los sábados, obviamente mis obligaciones laborales, y la preparación del medio maratón que todavía no sé si voy a correr o no.
Ojo. No albergo queja alguna. Todo esto lo hago de forma voluntaria, con deseo. Hay que poner pasión a lo que tengas entre manos, independientemente de que te guste más o te guste menos en cada momento.
Como estos pájaros que cantan sin esperar la libertad, ni a la luz de la mañana.
P.d.: Os dejo con un pequeño poema que escribí anoche para Instagram (creo que empiezo a coger el pulso a esta red social: escribir poemas en cinco o diez minutos para consumirlo en tres o cuatro segundos -son las reglas del juego-. El reto es transmitir un mensaje interesante que dure más allá de ese instante, como un cerco de grasa que ensucie la mente). Nos creemos muy modernos, pero esto ya lo inventaron hace años en Japón…
Gracias por estar ahí otra semana más leyendo PELEANDO A LA CONTRA.
Si te ha gustado, no peques de exceso de timidez y dale al ❤️ .
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¡Hasta la próxima semana!